Quería
casarse y tener hijos, así pensaba antes de que le sucediera lo ocurrido. Ameneh Bahrami mujer de 32 años que a los 25
años un amigo resolvió arrojarle ácido
en la cara después de que ella no quiso casarse con él. Pero Ameneh se dispuso
ir hasta el final y logro que un tribunal le considera la ley del
talión.
Actualmente
después de siete años de espera logró que la justicia iraní le otorgara la
ley del ojo por ojo. En lo cual se le aplicaría gotas de acido en los ojos al
hombre que termino con su belleza.
Pero Ameneh decidió perdonar los ojos de Majid la
persona quien le roció ácido a su rostro, brazos y pecho.
“Nunca
quise tomar los ojos de Majid, pero para mí siempre fue muy importante que esta
ley se hiciera realidad para que otras personas que son atacadas con ácido
puedan pedir el quizás (la ley del ojo
por ojo) si lo quieren. También quería que esta ley fuera ejemplo para los
atacantes. Que cuando una persona quiera tirar ácido en la cara de otra tenga
claro que hay una ley muy fuerte que
castiga este delito. Por eso cuando la gente me pregunta porque buscaba
venganza, yo siempre decía que no era
venganza, que yo lo que quería, era hacer cumplir la ley”.
Y
quien habla con ella, enseguida se da cuenta que desde un principio nunca busco vengarse:
“antes de viajar a Barcelona, después
del juicio del 2008. Yo siempre pensé que quería la ley, pero no quería sus
ojos. Majid no es importante para mí, para mí es importante la ley. Pero eso
resulta difícil de entender y por eso mucha gente piensa que miento”.
Cuando
llegó el día de la ejecución, su familia la miró lúcida y sonriente, por fin
llegó el día en que se hiciera justicia: “Yo estaba muy contenta y mi familia
creía que era porque iba a ejecutar los ojos de Majid. Ninguno de ellos sabía
lo que yo pensaba hacer. Solo se lo había dicho a dos amigos doctores: a Mair Saburi, que vive en Nueva
York, y a Ramón Medel, mi médico de los
ojos en Barcelona. Yo les conté lo que
iba hacer y les pregunté qué pensaban.
Los dos dijeron que era lo mejor”.
Decidió
no contarle a nadie, para que así no se le fueran a dañar los planes que
llevaba en mente: “Los iranís, incluida mi familia, hablan mucho. Mi mamá
hubiera podido hablar con el vecino y contarle lo que yo pensaba hacer. Si se
hubieran enterado en el juzgado que yo no quería ejecutar sus ojos, que solo
quería que se hiciera cumplir la ley, nunca me hubieran dejado llegar hasta
donde llegamos”.
Tras haber perdonado a Majid quiere llevar una
vida tranquila, sin rencores y arrepentimientos de la decisión que tomó.
“Hemos
estado muy alegres con mi familia. Me invitan a la tele, me mandan placas de
agradecimiento, la gente me da abrazos en
la calle y me dicen que tengo un corazón
muy grande”.
Como
es normal antes de su accidente era una mujer vanidosa y le gustaba cuidarse mucho mantener
muy bien su aspecto físico: “yo me consideraba bonita. Antes del accidente mi
cara era muy importante para mí, pero al mismo tiempo no me fijaba tanto en la
cara de la gente. Nunca me importó. Sin embargo, a mí sí me importaba ser
bonita. Todo el mundo me decía que tenía ojos muy bonitos y siempre me miraba
al espejo. Pero ahora es diferente. Han pasado siete años y yo olvidé esta cara. Hay días que me pongo al lado del
espejo y pienso que ojalá la pueda volver a ver algún día. Tal vez, en un
futuro, si la tecnología avanza, pueda hacerlo de nuevo”.
Ameneh, deja un mensaje para todas aquellas mujeres que alguna vez han sido atacadas con ácido: “sigan viviendo. No piensen en cosas malas. Es cierto que no tienen cara ni ojos. Pero deben ser conscientes que es mucho más importante lo que hay dentro. Yo les digo a esas mujeres que vivan, que en el mundo hay sitio para gente que es fuerte. Sé que es muy difícil, que se sufre mucho, pero pienso que es mejor vivir”.
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