jueves, 18 de abril de 2013

UN EJEMPLO DE LUCHA



Quería casarse y tener hijos, así pensaba antes de que le sucediera  lo ocurrido. Ameneh  Bahrami mujer de 32 años que a los 25 años  un amigo resolvió arrojarle ácido en la cara después de que ella no quiso casarse con él. Pero Ameneh  se dispuso  ir hasta el final y logro que un tribunal le considera la ley del talión.

Actualmente después de siete  años de espera  logró que la justicia iraní le otorgara la ley del ojo por ojo. En lo cual se le aplicaría gotas de acido en los ojos al hombre que termino con su belleza.

Pero  Ameneh decidió perdonar los ojos de Majid la persona quien le roció ácido a su rostro, brazos y pecho.
“Nunca quise tomar los ojos de Majid, pero para mí siempre fue muy importante que esta ley se hiciera realidad para que otras personas que son atacadas con ácido puedan pedir  el quizás (la ley del ojo por ojo) si lo quieren. También quería que esta ley fuera ejemplo para los atacantes. Que cuando una persona quiera tirar ácido en la cara de otra tenga claro  que hay una ley muy fuerte que castiga este delito. Por eso cuando la gente me pregunta porque buscaba venganza,  yo siempre decía que no era venganza, que yo lo que quería, era hacer cumplir la ley”.

Y quien habla con ella, enseguida se da cuenta que  desde un principio nunca busco vengarse: “antes  de viajar a Barcelona, después del juicio del 2008. Yo siempre pensé que quería la ley, pero no quería sus ojos. Majid no es importante para mí, para mí es importante la ley. Pero eso resulta difícil de entender y por eso mucha gente piensa que miento”.

Cuando llegó el día de la ejecución, su familia la miró lúcida y sonriente, por fin llegó el día en que se hiciera justicia: “Yo estaba muy contenta y mi familia creía que era porque iba a ejecutar los ojos de Majid. Ninguno de ellos sabía lo que yo pensaba hacer. Solo se lo había dicho a dos amigos  doctores: a Mair Saburi, que vive en Nueva York, y a Ramón Medel, mi  médico de los ojos en Barcelona. Yo les conté  lo que iba hacer  y les pregunté qué pensaban. Los dos dijeron que era lo mejor”.  

Decidió no contarle a nadie, para que así no se le fueran a dañar los planes que llevaba en mente: “Los iranís, incluida mi familia, hablan mucho. Mi mamá hubiera podido hablar con el vecino y contarle lo que yo pensaba hacer. Si se hubieran enterado en el juzgado que yo no quería ejecutar sus ojos, que solo quería que se hiciera cumplir la ley, nunca me hubieran dejado llegar hasta donde llegamos”.

Tras haber perdonado a Majid quiere llevar una vida tranquila, sin rencores y arrepentimientos de la decisión que tomó.
“Hemos estado muy alegres con mi familia. Me invitan a la tele, me mandan placas de agradecimiento, la gente me da  abrazos en la calle y me dicen  que tengo un corazón muy grande”. 

Como es normal antes de su accidente era una mujer  vanidosa y le gustaba cuidarse mucho mantener muy bien su aspecto físico: “yo me consideraba bonita. Antes del accidente mi cara era muy importante para mí, pero al mismo tiempo no me fijaba tanto en la cara de la gente. Nunca me importó. Sin embargo, a mí sí me importaba ser bonita. Todo el mundo me decía que tenía ojos muy bonitos y siempre me miraba al espejo. Pero ahora es diferente. Han pasado siete años y yo olvidé  esta cara. Hay días que me pongo al lado del espejo y pienso que ojalá la pueda volver a ver algún día. Tal vez, en un futuro, si la tecnología avanza, pueda hacerlo de nuevo”.
 
Ameneh, deja  un mensaje para  todas aquellas mujeres que alguna vez han sido atacadas con ácido: “sigan viviendo. No piensen en cosas malas. Es cierto que no tienen cara ni ojos. Pero deben ser conscientes que es mucho más importante lo que hay dentro. Yo les digo a esas mujeres que vivan, que en el mundo hay sitio para gente que es fuerte. Sé que es muy difícil, que se sufre mucho, pero pienso que es  mejor vivir”.


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