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Realizó
sus primeros estudios en su ciudad natal, de donde pasó a Estados Unidos para
hacer la carrera de medicina; de allí marchó a Alemania, donde estudió ciencias
naturales en Alemania; finalmente, completó su formación lingüística,
filológica, humanista y naturalista en otras universidades europeas.
Cuando
regresó a Colombia, en 1857, fue profesor de Química y Mineralogía durante diez
años en el Colegio del Rosario. Colaboró en numerosas revistas como la del
grupo "El Mosaico", El Mundo Americano y El Americano de París, y
fundó la Sociedad de Naturalistas colombianos cuyo órgano de difusión fue la
revista Contribución de Colombia a las ciencias y a las artes. En el campo de
la lingüística, se manifestó un gran conocimiento no sólo de los idiomas
europeos, sino también de las lenguas indígenas y árabes.
En
1880 viajó a Asia con la intención de profundizar en el estudio de algunos
dialectos. Acosado por una enfermedad en Damasco, se trasladó a Beirut para
restablecer su salud, donde le sorprendió la muerte cuando apenas contaba con
cuarenta y seis años de edad.
El gran mérito de Uricoechea es el haber llevado
a Colombia al mundo europeo y a la cultura universal. En el campo de la
lingüística publicó, entre otras, las siguientes obras: Gramática, vocabulario, catecismo y confesionario de la
Lengua chibcha (1871); Vocabulario páez-castellano (1877), Apéndice a la gramática, catecismo y vocabulario de la lengua
goajira (1878, escrito en colaboración de
Rafael Calderón), Alfabeto fonético de la lengua castellana, Diccionario de voces de historia natural americana, Gramática árabe yGramática del árabe vulgar (obras
que sirvieron de texto en los principales centros universitarios de Francia y
Bélgica).