viernes, 15 de marzo de 2013



DEL OTRO LADO DEL JARDÍN.




La historia del libro cuanta como una anciana de ochenta y dos años llega a un acuerdo con su hijo, que la ayudara a morir ya que para ella la vida se le había convertido en una prisión de férreos barrotes, en la que día a día en hora a hora se extrañaba y oscurecía más, el tiempo le iba arrebatando todo, le temía a la postración de una enfermedad que le impidiera valerse por sí solo, por esta razón habían acordado que él no la dejaría llegar a un estado así, porque se le hacía un nudo en la garganta al pensar en la perdida de uno de sus dos hijos, la penuria económica, la desolación de los acilos, la blanca gelidez de los hospitales y morir en las manos de los médicos, a pesar de todo no era una mujer amarga, poseía un gran instinto social, podría ser divertida, cordial y reír de buena gana, en su juventud era bonita activa y jovial.


Todas las mañanas el debía ausentarse para ir al colegio donde dictaba clases de literatura desde allí la llamaba un par de veces ella permanecía hasta las nueve de la mañana oyendo la radio y rezando el rosario, pasada la una de la tarde él volvía a casa almorzaban a veces con Ivan su hermano quien llegaba de visita, a veces le pedía que la llevara a la iglesia la candelaria, una de sus alegrías más profundas era darles unas cuantas monedas a los indigentes.

El libro nos cuenta, que Carlos le dejo una carta a su hermano Iván  que decía lo siguiente “querido Iván, tiene que ser fuerte aquí no hay nada trágico ni dramático así que nada de lágrimas, gritos o lamentos. Ha sido una muerte libre y soberanamente elegida. La madre vio cumplido su deseo de morir sin darse cuenta durante el sueño, y conmigo a su lado. Ha sido una muerte dulce en fin, la causa de nuestro fallecimiento fue una sobredosis de somníferos y morfina. El mi caso también, tome vodka. La bolsa plástica es solo un aditamento para estar seguro en un cien por ciento de no fallar. Hermano no se sienta culpable ojala y encuentre quien le tienda la mano. Bueno, abrazos y besos de mama y míos también”  una vez concluida puso la carta que marco con el nombre de su hermano y la situó bien visible, sobre el nochero y salió a la calle desierta a dar el último adiós a tantas cosas queridas.

La tarde del lunes 22 de octubre. El cortejo fúnebre con el cuerpo de la señora Luzmila álzate iba rumbo al cementerio de san pedro de Medellín, a pocos metros del hospital san Vicente de Paul donde se encontraba su hijo adorado, dormía profundamente  un sueño inducido por el coctel del somníferos y morfina con el cual había previsto a acompañarla en su tránsito a la muerte.

Su  primer recuerdo data del martes 23 en la tarde sentado alado en la camilla un hombre se presenta como abogado de oficio  y le recomienda no allanarse al cargo que la fiscalía le había imputado: homicidio agravado a su madre.
El nunca  Imaginaba que le esperaba nueve días de tinieblas y cinco meses de prisión




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